Primero un eslabón. Después otro se le une, entrelazado. Al tiempo se agrega uno más. Y otro. Y otro. Así sucesivamente.
Esa es la mejor manera de diseñar una cadena y es, también, según cuenta la doctora Luciana Rocha Viegas, el esquema ideal para que la ciencia tenga un desarrollo imparable. Ella misma lo ejemplifica con su proyecto: de forma aislada podría tratarse de un estudio sobre algunas hormonas en el laboratorio, pero que unido a la cadena y puesto al servicio del conocimiento, se convirtió en un firme punto de partida para pensar posibles blancos terapeúticos en el tratamiento de la leucemia mieloide aguda, la más común de ese tipo de enfermedades entre las y los adultos mayores y que suele aparecer en personas sin condiciones preexistentes.


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